La partida a tres bandas de billar llevada a cabo sobre el verde paño andaluz y que todavía se disputa aún no ha finalizado pero todo parece augurar que el jugador que impulsa la bola blanca del PP parece ser el más indicado para alzarse definitivamente con la victoria, sobre todo a juzgar por la cantidad de carambolas con las que excede de su contrincante de Cs., quién continúa impulsando la otra bola blanca con punto negro, tratando de reducir la diferencia lo máximo posible. La bola roja que representa a Vox, en realidad no exige casi nada a cambio, pero como todo aficionado al billar sabe, su presencia resulta más que imprescindible para que cada una de las otras dos pueda efectuar alguna carambola más que su respectivo contrincante.

Los interesados han utilizado en esta ocasión todo tipo de recursos admitidos en el reglamento para lograr sus propósitos de alzarse con la victoria: corridos, efectos, retrocesos, incluso, massés. De modo que no parecen unos simples aficionados que hayan venido a jugar sólo para pasar el rato. Se han presentado con el taco desmontado en el estuche, con chaqueta y corbata, como corresponde a unos posibles futuros candidatos a la Presidencia del Gobierno andaluz.

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Así las cosas, bien es verdad que, por ahora, la bola roja parece acomodarse sobre el tapete verde de tal modo que, según le convenga, facilitará la carambola de uno u otro contendiente por lo que el resultado final no sólo será del todo incierto sino que irá dependiendo de la posición que vaya ocupando sobre la mesa la representante de Vox  en favor de la blanca del PP o de la blanca con punto de Cs. a lo largo de la disputada y reñida partida.

También pudiera darse el hipotético caso que esta larga partida acabe en tablas. Ello daría lugar, sin duda, a unas nuevas elecciones en Andalucía aunque casi siempre sería en perjuicio del Partido Socialista.

De manera que si Juanma Moreno, candidato del PP, -en connivencia con Juan Marín de Cs., presidente de la Mesa-, pretende liderar como según parece la Junta de Andalucía, ambos deberían estar dispuestos a escuchar las demandas exigidas por Vox, independientemente del desinterés mostrado por estos en ocupar cualquier conserjería ofrecida de antemano.

Sólo faltaría llevar a cabo esta última carambola que, de producirse, daría como ganador al sonriente candidato del PP, pero mucho dependerá de la situación que termine por ocupar sobre el tapete verde la bola roja que, tal y como todo el mundo sospecha, se supone movida telepáticamente a voluntad del siempre grande y libre equipo formado por los bravos miembros Vox.

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