Este último día del año me gustaría creer en la buena voluntad de toda nuestra clase política sin exigirles otra cosa que no fuera responsabilidad para todos aquellos que, como yo mismo, esperamos un 2019, si cabe, con mucha más y mejor esperanza todas aquellas mejoras sociales que se les ha venido exigiendo en favor de un estado del bienestar desde que comenzara esta nueva legislatura presidida hasta ahora por el Psoe. Pero la esperanza como la paciencia siempre tienen un límite y es precisamente ese límite el que puede dar al traste con las ambiciones políticas de todos aquellos partidos que desean llegar a presidir los destinos de una nación ya de por sí recién cicatrizada de tanta corrupción. Ese límite lo pondrán en un futuro próximo los votantes españoles, introduciendo una simple papeleta electoral en las urnas.
Espero que nadie renuncie, llegado el caso, a sus ideales políticos y acudan a votar sin intimidación ni rencor, que es considerada la mejor manera de ser un verdadero demócrata. Sólo así podríamos exigir lo que creemos que nos deben que, en definitiva, no es otra cosa que un estado del bienestar al que nunca se acaba de llegar pero, sin embargo, es el deseo prioritario de una gran mayoría de españoles para el nuevo año que se avecina: 2019.
¡Feliz Año Nuevo!
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