lunes, mayo 20, 2024

Eutanasia

Desde hace ya mucho tiempo, las autoridades sanitarias de todo el orbe se han estado preocupando por el hecho imprescindible hoy en día de que las mujeres paran a sus hijos sin dolor. El recién nacido, si exceptuamos la nalgada de rigor, viene también al mundo sin dolor alguno y por esa sencilla razón, llegado el momento, debería abandonarlo del mismo modo. Es lo mínimo que se le puede conceder a cualquiera que se haya pasado toda su vida produciendo para el estado, en algunos casos en penosas condiciones, como para no pretender irse de este mundo sin sufrir el dolor físico y psíquico que provocan determinadas enfermedades terminales, algunas de ellas relacionadas incluso con la vida laboral del enfermo.

Si no has podido dar en su momento tu propio consentimiento para nacer, parece lógico que con el uso de la razón puedas, sin embargo, decidir sobre la forma indolora de querer morir dignamente. En cualquier caso, el derecho a la eutanasia no es obligatorio, ni por decreto, sino una decisión personal frente a la manifiesta imposibilidad de una mejora definitiva que impida tanto sufrimiento.

La aprobada tramitación en el senado del texto sobre la Ley de la eutanasia ha dado luz verde para llevarla por fin a cabo hasta sus últimas consecuencias, colocándonos a la altura de los países más civilizados de Europa donde su aplicación ya ni se discute.

Siento vergüenza ajena al escuchar por parte de la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, la señora Monasterio, los fútiles argumentos que utiliza para desprestigiar al PSOE-Unidas Podemos cuando afirma que el gobierno pretende “eliminar” al mayor número de pacientes para intentar sanear la Sanidad Pública. En el mismo sentido se ha pronunciado también la portavoz del mismo partido en el congreso, Lourdes Martínez, al declarar que esta Ley convierte al Estado en una máquina de matar y a los médicos en sus verdugos. Sin embargo, nada alegan en beneficio de los que padecen el dolor y el sufrimiento que, al fin y al cabo, resultan ser los más interesados en esta Ley, máxime cuando la decisión de cualquier enfermo es voluntaria y no obligatoria como nos pretende hacer creer, con sus veladas alusiones, los distintos portavoces de Vox.

Esta derecha, siempre tan española, parece no comprender que también ella es subsidiaria de las ventajas que ofrece esta, por su parte, tan discutida Ley, de la misma manera en que también sacaran provecho en su día de las ventajas que ofrecía el divorcio o el matrimonio gay, instalado cómodamente también en el seno de sus propias filas y tan criticado por ellos mismos en su momento. La cuestión es jugar siempre con ventaja por lo que respecta a partidos progresistas de los que hoy forman el gobierno de la nación.

A la señora Monasterio habría que comunicarle muy lentamente, -para que finalmente lo entienda-, que no es necesario aplicar esa Ley de la Eutanasia para tratar de sanear, según usted, las arcas de la Sanidad Pública, sino colaborar adecuadamente por el bien del país en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado; por el bien de todos.

zoilolobo@gmail.com

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