lunes, mayo 20, 2024

Orwell 1984

Acabo de regresar de comprar el pan y los transeúntes, con los que esta húmeda mañana me he cruzado a distancia, podían contarse con los dedos de una sola mano. En la panadería no podías entrar hasta que no saliera el anterior; aun así, sólo coincidimos en ella tres únicas personas del total del censo de población que habita en aquel sector. El silencio en la ciudad resultaba muy terapéutico, acostumbrados como estamos a un ruido incesante de todo tipo. Sin embargo, no sé por qué me acorde por un momento de las grandes novelas como 1984, de George Orwell, y sentí un extraño escalofrío al pensar en un Gran Hermano que nos vigila y del que, afortunadamente, me liberó el eco del ladridito de mi perro Patxi, a quién había sacado como cada mañana a pasear.

Por lo demás, tal y como aconsejan las autoridades sanitarias, a mi regreso a casa, me lavé profusamente las manos con jabón y después de secármelas convenientemente con papel, las froté enérgicamente con alcohol de alta graduación y me senté ante el ordenador dispuesto a criticar una vez más las actitudes que frente a la tragedia que todavía se avecina ya han tomado tanto el lehendakari vasco Iñigo Urkullu como el presidente de la Generalitat de Catalunya, Joaquín Torra, al considerar ambos que el Gobierno de la nación no debe inmiscuirse en las decisiones que puedan tomar los gobiernos autonómicos en materia de seguridad sanitaria frente al coronavirus. Al parecer, el lendakari vasco, aunque a regañadientes, ya ha cedido al argumento de Sánchez, pero Torra insiste en que esa medida adoptada por el ejecutivo puede esconder detrás un 155 encubierto que no estaría dispuesto a aceptar de ninguna manera.

En cualquier caso, gallegos y vascos sí que se han puesto de acuerdo, dadas las relevantes y graves circunstancias, en aceptar el aplazamiento convenido con el Gobierno de las elecciones autonómicas de ambas comunidades y eso me parece positivo en favor, sobre todo, del personal sanitario que se desvive cada día por nuestra propia salud.

Para no aburrirme y mantener la moral a la altura por lo menos de las circunstancias, me he visto en la obligación de recurrir a las redes sociales de las que durante un tiempo fui enemigo acérrimo, sobre todo Facebook, para tratar de conectar con todas aquellas personas que con el paso del tiempo se habían perdido en el laberinto de mí ya maltrecha memoria y que gracias a mi archivo fotográfico de una época ya lejana y que guardo celosamente han recuperado de nuevo la  libertad, al conseguir ponerlo a disposición de todos aquellos y aquellas que en su día fueron también jóvenes, para hacerles más llevadera esta lenta espera a la que el covid-19 nos obliga a permanecer en casa. Desgraciadamente, algunas y algunos de ellos ya han fallecido. Se habían adelantado a la mortalidad que genera este virus, sobre todo, en los mayores que como yo, esperan pacientemente en cuarentena a que todo esto pase de una vez y podamos salir al exterior a disfrutar de la vida que todavía nos queda por delante y pueda volver a plantearme si ha valido la pena permanecer en las redes y continuar visitando, como hago estos días, a todos mis amigos y conocidos de “Ranilla News” en el Puerto de la Cruz de la isla de Tenerife.

zoilolobo@gmail.com

Licenciado en Historia del Arte y Bellas Artes

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