Muchos tenían razón al considerar a Pablo Iglesias víctima ya no sólo de las confluencias internas de su propio partido sino, además, de la persecución a la que ha sido sometido por parte del inspector Villarejo durante tanto tiempo, por encargo, al parecer, del Partido Popular a través del titular del Ministerio del Interior mientras fue presidente Mariano Rajoy y con la connivencia expresa del Cuerpo Nacional de Policía además de la garantía imprescindible y necesaria de unos fondos reservados destinados a sobornar a funcionarios y confidentes.
El pánico instalado en la derecha española a que una izquierda joven promoviera en su día una nueva forma de pensar con un nuevo estilo de gobierno en el que no existiera la corrupción ni las puertas giratorias, le ha obligado a abusar descaradamente no sólo ya de su experiencia política sino, también, de una mala fe propia de una “casta” ya en decadencia, denunciada en su momento por Podemos y contra la que resultaba tremendamente difícil luchar en igualdad condiciones, por cuyo motivo la mayoría de sus miembros, todos ellos jóvenes todavía, se han visto prácticamente, obligados por las adversas circunstancias, a buscar otro tipo de alternativas para lograr hacerles frente con la suficiente firmeza, en la medida que al mismo tiempo aumentaba su popularidad y el número de afiliados.
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De modo que Villarejo, amparándose en la impunidad que le garantizaba el gobierno del PP, se movía como pez en el agua sin darse cuenta de que se encontraba realmente en el interior de una pecera de cristal transparente y que de igual modo también se podía ver de fuera para adentro. Desde el exterior, algunos medios de comunicación le lanzaron un anzuelo y le obligaron a morderlo hasta el hilo de nylón para luego, una vez pescado, ponerlo a disposición de la justicia como así ha sido.
Por si fuera poco, ahora ha salido en defensa del PP y de su candidato a la presidencia del gobierno, Pablo Casado, nada menos que el hombre de un solo labio, el que afirmó en su día que ETA se encontraba tras los atentados terrorista de Madrid y el que también en su día aseveró que Sadam Husein se encontraba en posesión inequívoca de un arsenal de armas de destrucción masiva. ¡Menuda información de primera mano! ¿Se la habría facilitado tal vez el inspector Villarejo?
¿Y para qué se ha dejado ver? Pues para retar nada menos que a Abascal por referirse éste al PP como “la derechita cobarde” y por cuyo motivo le ha dejado bastante claro o ha dado a entender que eso no será capaz de decírselo a la cara, mirándole fijamente a los ojos, aunque sin confirmar de lo que Aznar sería capaz de hacer si eso llegara a ocurrir. ¿Dispararle tal vez en defensa propia con un arma de fuego como las que promueve Abascal?
En realidad, son como niños en un patio de colegio. Lo de dedicarse a la política les ha venido por añadidura.
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